lunes, 30 de junio de 2014

Amar es jugarse por el otro.

"Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta", de la Biblia Reina-Valera 1960.
El que ama conoce y cree en las posibilidades del ser a quien ama, el que ama conoce las virtudes y defectos del otro y lo alienta a desarrollar sus virtudes, lo alienta a fortalecerlas. El que ama le da alas a su amado/a, ayuda a que se proyecte hacia el futuro. El que ama se pone en el lugar del otro -lo comprende- y colabora para que sus planes puedan hacerse realidad. El que ama a otro, lo quiere ver mejor, feliz. Quien ama no ata, no silencia, no limita ni levanta muros, hace lo que puede para que su querido/a llegue a ser lo que puede ser, que pueda hacer lo que debe hacer. El que ama se extiende para completar, para suplir. El que ama se entristece con el que se ha entristecido pero no mide esfuerzos para ayudarlo a sonreír, el que ama se alegra por las alegrías del otro, el que ama: escucha, es sincero, se preocupa, perdona, alienta, advierte, olvida cosas y recuerda lo valioso, el que ama abraza, contiene, se aproxima, siempre está cerca aún en situaciones de distanciamiento fisico, el que ama ofrece nuevas oportunidades. Quien ama no baja los brazos, y está dispuesto a batallar codo a codo. El que ama, cree.
Las personas podemos amar mucho, pero nuestro amor es limitado pues somos imperfectos, pero Dios ama maravillosamente, Su amor no solamente es inigualable, es también imposible de describir.
Dios ofreció a Su Hijo para salvarnos y nos bendice aunque no lo merezcamos, Dios hace muchísimas cosas por nosotros. Tiene Sus ojos -siempre- puestos en cada uno (lo expresa la Biblia); si es necesario abre un mar para que pasemos, nos rodea con Sus ángeles, hace surgir agua para el sediento, puede hacer temblar la tierra para darnos libertad, puede cambiar un diagnóstico fatal por uno que manifieste salud total y más vida, Él puede hacer que un egoísta ame profundamente a su prójimo, que un cobarde se haga valiente, que donde haya tinieblas se haga todo luz.
Él no se desanima con nuestras equivocaciones cotidianas, cree en nuestras posibilidades, aún cuando nosotros mismos no confiamos en nosotros, porque Dios todo lo sabe, nuestro presente, pasado y el porvenir. NADIE confía y apuesta en nosotros como Él, nadie nos conoce tanto como nuestro Creador y Dios. Ningún humano, nadie, nos puede llegar a amar tanto como Dios. Nadie desea tanto nuestro bien como el Altísimo.
Te amo mi Dios, amo como sos. He experimentado Tu amor, Tu cuidado, Tu sabiduría, Tu misericordia, Tu fidelidad, Tu favor, Tu poder, Tu perdón, Tu sanidad, Tu justicia, Tu provisión.
Todos debemos aprender muchísimo de Él, abrazar Su amor, y transmitirlo. La luz debe: B.R.I.L.L.A.R !

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