viernes, 4 de julio de 2014

Guardá la Palabra contigo siempre, leela, meditala, memorizala, escuchala.

¡Ella es viva y poderosa! La Palabra de Dios le habla a nuestro corazón, nos guía, alienta, exhorta, y nos da dirección para ayudar a los demás. No pierde actualidad, pero también es dinámica; ella nos da sabiduría. ¡Y abre puertas!

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