martes, 19 de marzo de 2013

Dios desea y nos ordena que amemos a nuestro prójimo.

Dios no solamente desea que amemos a los demás, Él nos ordena que lo hagamos, podemos hacerlo, debemos hacerlo. Lo que quiero para mí debo quererlo para mi semejante.
Ésto es lo que quiere Dios ¡ así de inmenso es Su amor ! Quiere que nos amemos -verdaderamente- unos a los otros.
¡ De Él debemos aprender !
Ésto no va contra nuestra propia felicidad, como lo siente el hombre actual, si fuera así Dios no nos lo habría mandado hacer.
Al contrario de lo que nuestra mente limitada piensa ésto solamente trae beneficios a todos.
Amar al prójimo no atenta contra nosotros mismos, la sociedad nos lleva a que así lo creamos.
Dios nos indica ¡ lo contrario ! y aunque no sea lo común es lo que debemos hacer.
Ahora te pregunto ¿ si hacés lo común qué te diferenciará del no cristiano ? Lo que te hace un cristiano es seguir las enseñanzas de Jesús, y esa es la enseñanza y el reto : AMAR AL OTRO como a ti mismo.
Es verdad, esta es una sociedad egoísta, pero no fuimos llamados a hacer lo que el mundo hace, fuimos llamados a representar aquí a Cristo, y el oxígeno del Reino de Dios es el amor.
Si tengo sed anhelo un vaso con agua fresca, si otra persona tiene sed anhela lo mismo ¿ soy yo más que él ?  ¡ no ! ¿ verdad ? Todo lo que existe es de Dios y Él no hace acepción de personas. Dios quiere que mi prójimo beba el agua y que yo también tenga esa posibilidad.
Los seguidores de la Palabra de Dios buscan menguar para que Cristo crezca en ellos, buscan que Su poder se perfeccione en sus debilidades.
Pidámosle a Dios que nos haga más humildes, que nos enseñe a compartir lo que tenemos, sin dudas Él lo hará día a día, y experimentaremos más gozo del que pensamos que sentiríamos si lo tuvieramos todo solamente para nosotros mismos.
Jesús era humilde y se despojaba, se entregaba.
Si Dios nos llama a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos es porque lo podemos hacer, independientemente de en qué sociedad estemos incertos.
No desprecies a tu prójimo, respétalo, estímalo. No le hagas lo que a ti te dolería que te hiciesen, cambia actitudes equivocadas por otras nuevas que edifiquen.
Si algo sale mal, pideLe perdón a Dios y también su ayuda, y lo lograrás. Porque Dios pide sinceridad y compromiso y sabe que los humanos no somos perfectos, pero sabe que podemos ser moldeados si lo deseamos y lo permitimos actuar.
Tenemos que hacer nuestra parte y Dios hará la de Él (que siempre es la más difícil). Sin él nada valioso podemos alcanzar pero, si somos uno, cosas maravillosas resultarán si somos una unidad.
Recordemos que si amamos a Dios debemos practicar sus enseñanzas, si aprendemos de Él lo llevaremos a la acción, si guardamos Su Palabra la ejecutaremos en nuestra realidad diaria.
Con la presencia de Dios en nuestras vidas se van produciendo cambios en nosotros, Él nos va apuntando la dirección, y a medida que continuamos nuestro relacionamiento (estrecho y verdadero) con Él, nos vamos aproximando a Su amor, y de esta manera también nuestra forma de amar va cambiando.
Si más se unieran a este gran llamado las cosas en este planeta cambiarían, sí, sin lugar a dudas. Entonces, el que quisiese pan lo tendría y el que está a su lado también estaría disfrutando de igual bendición.
Que Dios nos transforme, más y más. No lo avergoncemos.
Aún entre ensayo y error, comprometámonos, busquémosLo, Dios nos guiará.
Ayúdanos, Señor.
 "... esfuérzate y se valiente ..."

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